22 Sep -Convivencia con Gatos que no se dejan tocar
CONVIVIENDO CON GATOS QUE NO SE DEJAN TOCAR.
En ocasiones, recibo consultas acerca de gatos que conviven con las personas que contactan, y que no se dejan tocar. Las personas al principio lo viven con sorpresa, después con la esperanza de que la situación cambiará con el tiempo, y finalmente con resignación. Hasta que consultan para saber qué pueden hacer ante esta conducta, que ellos valoran como una conducta problema.
Voy a ir diferenciando situaciones, ya que dependiendo del tipo de gato, los modos de mejorar la convivencia son distintos.
- Gatos con mala socialización, criados con personas desde bebés
Se trata de los gatos que hemos criado sin compañía felina, que no han aprendido a ser gatos, y a quienes les hemos perdido el respeto desde bebés.
Son gatos con los que hemos jugado con las manos, a cazar los pies, hemos abusado de ellos manipulándolos contra su voluntad cuando eran pequeños. A estos gatos les hemos enseñado que no podían tener ningún control sobre sí mismos, (porque nosotros somos más grandes y más fuertes), que no fuese agredirnos con zarpazos o mordeduras, o escapando y no queriendo contacto. Hemos conseguido que a base de no respetarles, ellos no quieran tener contacto con nosotros.
Son los gatos menos equilibrados, los gatos que tenemos que empezar a tratar como seres vivos inteligentes a los que hay que respetar. Tenemos que comenzar un manejo adecuado, proporcionarles un entorno favorecedor de su control, realizar todos los cambios conductuales que tengamos que hacer, para poder enderezar una relación que nosotros mismos hicimos que evolucionase mal. Habitualmente por desconocimiento de las necesidades del gato.
Siempre se está a tiempo de empezar a cambiar la relación, y modificar actitudes hacia el gato.
2. Gatos Ferales o no socializados
¿Cómo distinguimos entre un gato que disfruta de convivir con las personas pero no del contacto físico, y un gato feral o no socializado?
La conducta de un gato feral adulto, que no ha sido socializado desde bebé, los que llamamos generalmente “gatos callejeros”, es muy distinta viviendo en interior a la de gatos que son sociables, pero que no admiten contacto físico con sus personas.
Un gato feral adulto al que hemos “rescatado” y metido en una casa, uno cuya genética no procede de gatos caseros socializados, vivirá escondido en cualquier lugar de la vivienda. Sólo saldrá cuando no estemos en casa, no mantendrá contacto visual con nosotros si no es para controlarnos, por miedo.
No habrá vocalizaciones maullando llamando nuestra atención, e intentará volver a su hogar por cualquier lugar de la casa por el que pueda salir. A menudo mientras están confinados trepan paredes o se dan golpes contra las ventanas para escapar.
Un gato feral adulto no debe ser “secuestrado” y metido en un interior. Su vida es estar fuera. Su hogar es donde ha nacido y ha aprendido a sobrevivir. Debe poder seguir viviendo en su entorno, en su lugar, donde es feliz, aunque su vida sea más corta. Confinar a un gato feral en un interior es un secuestro y una condena.
No tenemos ningún derecho a hacerlo, por mucho que bajo nuestro punto de vista, el gato estará mejor cuidado en el interior de una casa. No es lo que el gato quiere.
3. Gatos de socialización tardía o semiferales que no toleran el contacto físico
La socialización óptima de un gatito es entre el mes y medio y los tres meses de edad. Ese es el periodo en el que el gato aprende a confiar en las personas, el entorno, y disfrutar del contacto físico.
Los gatos cuya genética proviene de familias de gatos caseros bien socializados, aunque nazcan en la calle en una colonia, tienen una mayor facilidad de socialización. Por ello a veces nos encontramos con gatos de colonias callejeras que a priori no están socializados, pero sin embargo sí se acercan a las personas, y disfrutan de su compañía.
Las camadas de gatos cuyas familias son de ascendencia feral, en cuanto cumplen los tres meses si no se ha hecho una buena socialización temprana, nunca se acercarán a las personas, ya que llevan en su carga genética el miedo al ser humano.
4. Gatos que en exterior quieren contacto, pero en interior no
Ocurre en muchas ocasiones que hay gatos que estando en su hábitat natural, que es el exterior, donde controlan, conocen y sobre todo pueden decidir si huyen o se acercan, son gatos que buscan la compañía de las personas, básicamente cuando se les da de comer.
Sin embargo esos mismos gatos, encerrados en un entorno del que no pueden escapar, se convierten en gatos inseguros, miedosos, que viven escondidos y que no se acercan nunca a las personas.
La clave está en la posibilidad de elegir, en que el gato controle si se queda o se va. Cuando el gato no puede hacerlo según sea su voluntad, estamos manteniendo encerrado a un gato que lo que quiere es su libertad.
Debemos respetarlo y se la debemos dar.
5. Gatos de colonia semiferales rescatados, con poca o nula necesidad de contacto físico, pero que disfrutan de un hogar
En otras ocasiones, el gato o gata que tenemos en casa es un gato semiferal, que se ha recogido de una colonia de gatos, que sí mantiene contacto visual con nosotros en casa, que disfruta de nuestra compañía, porque nos sigue, siempre suele estar donde nosotros estamos, incluso se tumba a dormir cerca, nos pide chuches y comida húmeda, y le gusta jugar cuando le movemos la caña y el ratón. Pero en el momento en el que intentamos tocarle, desaparece de inmediato.
Hay algo que nos cuesta entender, pero es básico en la relación con felinos. Somos las personas las que necesitamos contacto físico, no los gatos. Y solemos ser bastante invasivos y poco respetuosos.
Cada gato tiene un umbral de tolerancia al contacto. Tenemos que aprender a respetarlo.
Si tu gato es este tipo de gato, que disfruta de tu compañía, que interactúa contigo en la medida que él decide, que convive en casa a gusto, pero que si le quieres tocar se va, tienes que aceptar que ese es su modo de convivir contigo. Cuanto más le intentes tocar, menos se va a fiar. Cuanto menos le respetes, más huirá.
Puedes ir afianzando el vínculo con este gato, con todas las actitudes que el gato quiere de ti, que él acepta, y de las que disfruta. Y quizás, con el tiempo, cuando haya comprobado que no le fuerzas a nada, que le aceptas como es y que le quieres, te irá haciendo el regalo de ser él quien roza tus piernas, se tumba a tu lado a dormir, o te da cabezazos. Y tú no te aprovechas y entonces quieres más. Sólo respetas lo que él te quiere dar.
Ningún animal nos enseña más el Respeto que el gato. Vamos a aprender a disfrutarlo sin la necesidad del contacto. Que sea él quien elige qué tipo de relación quiere tener contigo. Y que seas tú quien elige que amas a ese gato y disfrutas de su compañía, aunque él elija que no se deja tocar.
El gato no habla, pero te lo cuenta todo. ¿Quieres aprender a afianzar el vínculo con tu gato, entendiéndole y cubriendo sus necesidades? Contáctame y te ayudaré a disfrutarlo.
Anette Arauz
Publicado a las 07:09h, 26 abrilExcelente información, muy clara y precisa. Alimento a dos gatitos semiferales que viven en mi cuadra, y he entendido que debo respetar su espacio. Es muy interesante ver que a pesar del tiempo y lo acostumbrados que estén a verte, no se acercan más de 1 metro.